EUSTAQUIO CAMPO BARRADO nació en Alcántara, el 20 de octubre de 1839. Licenciado en derecho empezó a manifestar indicios de perturbación mental en marzo de 1864, ingresando en el Manicomio de San Baudilio de Llobregat el 28 de diciembre de 1865, por padecer, según certificación del médico titular de Plasencia, Dr. Vicente Cáceres "monomanía suicida crónica hereditaria". Allí permaneció ingresado, hasta que el 18 de setiembre de 1882, dieciseis meses después del fallecimiento del Dr. Antonio Pujadas, y siendo por aquel entonces el manicomio gestionado por una Junta de Acreedores, su director, D. Francisco Caballero firmó un parte declarando que D. Eutaquio Campo Barrado había fallecido, habiéndole sido administrada la extremaución por el capellán, y amortajado por el mayordomo de aquel establecimiento.
El padre de Eustaquio, que estaba casado en segundas nupcias con una mujer 30 años más joven que él, dejó en testamento que, a su muerte, una parte importante de sus bienes pasarían a su hijo Eustaquio, pero condicionado a que, fallecido éste, su herencia sería para su segunda esposa. Sin embargo, la madastra de Eustaquio pleitó para anular el testamento y quedarse ella con toda la herencia. Se casó con el abogado que llevaba el caso.
El otro personaje de esta historia és EUGENIO SANTA OLALLA PALOMAR, nacido en Burgos el 14 de noviembre de 1841. Casado y con dos hijos sufrió enajenación mental a raíz del fallecimiento de su esposa, siendo ingresado en el Hospital de San Juan, de aquella capital y más tarde en el manicomio de Valladolid, donde permaneció hasta 4 de abril de 1879, en que salió curado de la demencia y calificado como soltero. Fue a Madrid, donde tuvo dos recaídas, ingresando en el Hospital General. El 10 de octubre de 1880 se le trasladó al Manicomio de San Baudilio de Llobregat.
Volviendo a EUSTQUIO diremos que durante su estancia en el Manicomio de San Baudilio, se fugó entre 1874 y 1875 y embarcó con destino a Santander, con el nombre de Francisco González, que se había dado el mismo, por haber perdido la memoria y consecuentemente ignoraba su propia identidad. Más tarde residió en Valladolid y Madrid, trabajando de carpìntero. Recayó nuevamente en su enfermedad, y cuando curó, en mayo de 1881, se encontró de nuevo en el Manicomio de San Baudilio con el nombre de EUGENIO SANTA OLALLA, que le habían dado en el establecimiento, y que él adoptó por suponer que durante su última enfermedad se había averiguado que su verdadero nombre era EUGENIO. Con este nombre y completamente curado, permaneció en el Manicomio de San Baudilio, trabajando de carpintero, desde diciembre de 1881 a diciembre de 1883, en que recibió una carta escrita en Burgos por una mujer, que decía ser su hermana , y que le informaba que allí tenía un hijo suyo al que tenía que recoger para educarle. Regresó a Burgos donde aquella mujer le comuncó que él era viudo y que su hijo estaba en un establecimiento de Beneficencia. Allí le entregaron al joven, Marcelino Santa Olalla, y se lo llevó a San Baudilio.
En Plasencia (Cáceres) corría el rumor de que EUSTAQUIO no había fallecido, por lo que una vecina, Concepción Somera Alonso estuvo tres veces visitándolo en el Manicomio de San Baudilio. La última acompañada de D. Fernando Heras y D. José Ayala, proponiéndole que se fuera con ellos a Plasencia. Lo hizo acompañado de su hijo Eugenio. Reconocido por varios antiguos conocidos, se presentó al Juzgado para declarar que "estaba plenamente convencido de que él era EUSTAQUIO CAMPO BARRADO", y el 17 de octubre de 1886, por denuncia que hizo ante el mismo Juzgado D. felipe Díaz Cruz, comenzó a instruirse el proceso contra EUSTAQUIO - EUGENIO, por ursupación de estado civil. El proceso duró mucho tiempo y trascendió fuera de nuestras fronteras. Se hicieron pruebas caligráficas y declararon más de doscientos ochenta testigos. Se exhumó incluso el cadáver que presuntamente era de Eustaquio. También declararon el Dr. Baudilio Net y varios empleados del Manicomio de San Baudilio de Llobregat.
El ministerio fiscal pidió a la sala la libre absolución del procesado por supuesta ursupación de estado civil de Eugenio e intento de ursupación de Eustaquio, puesto que en San Baudilio le habían dado el nombre de Eugenio y al llegar a Plasencia le dijeron que se llamaba Eustaquio, resultando imposible que se llamara Eugenio porque el tal Eugenio padecía, ya en el año 1880, una enfermedad mortal de necesidad, por lo cual pedía abrir proceso contra la Administración del Manicomio de San Baudilio, para que puediera informar quien era el que aparece procesado. Finalmente el 4 de noviembre de 1888, la Audiencia de lo Criminal declara a EUGENIO SANTA OLALLA PALOMAR libre de absolución, pero no le confirma como EUSTQUIO CAMPO BARRADO, porque dice no tener competencias para ello.
EUSTAQUIO recobró su personalidad, pero no su fortuna. Fallecida también su madastra, el abogado con quien se había casado, terminó sus días en un manicomio.
No deja de ser elocuente lo que escribió José Fernández Bremón, en la revista "La Ilustración Española y Americana", editada en Madrid el 22 de octubre de 1888:
"Si el procesado de Plasencia resulta ser Eustaquio Campo Barrado, ¿qué se haría con la momia que ocupa un nicho pagado por aquel?.
-- Procesarle, por usurpación de esqueleto.
La verdad es que si Eustaquio Campo Barrado vive aún, es grande su desgracia: tiene bienes y otros los disfrutan. Tiene nombre, y está borrado de la lista de los vivos. Tiene nicho, y está ocupado ya".
3 comentarios:
Menuda trama. Parece el guión de una película de suspense.
Al pasar por delante del hospital psiquiátrico, a parte de ver sus paredes, siempre me he preguntado…. Cuantas historias hay detrás de estas???
Gracias por el relato. Este en especial es conmovedor.
Un desgraciado hecho, patético y conmovedor al mismo tiempo. ¡Qué triste la historia de este pobre hombre!
Una historia realmente espeluznante
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