Hace algún tiempo, encontré la referencia de un artículo, "La Novia del Sol". Su autor, el Dr. Antonio Pujadas y Mayans, fundador, propietario y director del "Instituto Manicómico de San Baudilio de Llobregat" lo había publicado el 20 de noviembre de 1863. Hasta ahora no he podido encontrar el medio de difusión en que apareció este artículo, pero sí que he localizado una interesantísima aportación de aquel contenido, en el periódico "La Vanguardia", del lunes, 22 de enero de 1883, páginas 8 y 9, y del que es autor Ildefonso Antonio Bermejo. Lo titula " LA ENAMORADA DEL SOL", y mi aportación, a partir de este momento, se limita a reproducirlo textualmente:
"De lo que vamos á narrar, sabemos que existe un diario muy curioso en el famoso establecimiento de alienados de San Baudilio de Llobregat.
Erase una joven hermosa, hija de padres bien nacidos y acomodados, impresionable, en extremo nerviosa, tenía un amante, era su prometido; se amaban entrañablemente, estaban próximos á unirse en lazo eterno, pero un derrame cerebral llevó á la tumba al amante, y la futura esposa quedó envuelta en su dolor y sin esperanzas de que el cielo le proporcionase mejor compañero.
La joven había recibido una brillante educación; discurría con el aplomo de un filósofo y desde que murió su amante, se entregó á la melancolía. Vistió luto riguroso, y prometió llevarle hasta el sepulcro.
Vino á su naturaleza un insomnio pertináz, que aprovechaba la desconsolada joven en estampar sus ideas lúgubres y en apuntar pensamientos y máximas sobre la vida de los desgraciados. Los padres quisieron separarla de esta manía, porque creyeron, como los médicos que la observaban, que todo cuanto verificaba esta desgraciada era el preludio de un delirio pertináz.
Ni las distracciones, ni los viajes disiparon la tristeza de la paciente, y la costumbre de escribir y de pensar sobre un mismo tema la llevaron al fin á la locura. Razonaba sin disparatar, coordinaba sus ideas, pero dejando entrever que aquella cabeza había perdido la armonía de la razón.
Sus padres la propusieron otro enlace con un joven tan apreciable y distinguido como el que había perdido, y ella respondió:
-- No puede ser; ya he dado mi corazón á otro sér que no morirá.
Y sonreía para expresarlo.
Los padres procuraron averiguar quién era su nuevo amante, y la enamorada se reía al notar las investigaciones de la familia. La rogaban que revelase el nombre del afortunado galán, y la demente respondía:
-- No puedo, no tengo su permiso, es un secreto que llevaré hasta la muerte.
Notaron que todas las mañanas al amanecer bajaba al jardín y saludaba la aparición del Sol con demostraciones de alegría, y cuando el cielo se nublaba lloraba amargamente, y cuando reinaba la tormenta se desesperaba y pedía misericordia y perdón.
Como no había perdido la costumbre de escribir todas las noches, una vez sorprendieron su correspondencia, que ella encerraba misteriosamente, y encontraron una carta que decía lo siguiente: "He perdido lo que no volverá. Dios le tenga a su lado...El goza y yo lloro... miento, que ya he dejado de llorar...Sol de mi vida, rey del cielo, sin que yo supiera que valía tanto, te acercaste á mi lecho en la mañana del 3 de abril... En un principio creí, perdóname, que tus propósitos eran traidores, que venías á profanar mi castidad, y me espanté de tu atrevimiento... Pero noté después la timidez con que penetrabas por las rendijas de mi persiana, la pausa y el miedo con que poco á poco invadías mi cama... Me senté para impedir un arrebato y defenderme; iluminastes mis manos, te posastes en mi pecho, subistes á mis mejillas, pero no escuché el estallido del beso... Te tuve lástima, y tomé la iniciativa... Salté del lecho, me puse lo más primoroso de mis vestidos, saqué las flores de mi jarrón y me adorné para darte placer... Tus rayos se posaron en mi espejo, y me galanteaste, y escuché que dijiste: "¡Qué hermosa estás!". Desde entonces te amé, y me dijistes "Amame que soy eterno; mi condición es invariable, yo te visitaré todas las mañanas, tempranito, cuando tus padres duerman, para que no se enteren de nuestros amorios..." Te he visto entre las flores... No las quieras tanto... quiérame á mi; como yo te quiero á ti...como mis padres estaban á mi lado, no podía manifestarte mis quejas, no quise que supieran nuestro amor...¡Bendito seas!"
Por estos apuntes y otros que omitimos descubrieron los padres de esta infortunada que su querida hija estaba enamorada del Sol.
Por eso notaron que cuando las nubes ocultaban los rayos del astro luminoso, la demente entraba en un periodo de acerba desesperación.
Pero vino un día tempestuoso; la joven creyó que su amante estaba enojado con ella y se arrodilló, protestando de su inocencia. Pero llegó la noche, y lució en un cielo azulado, la esplendidez de la luna, y exclamó la loca:
-- ¡Esa es la causa de mi tormento!, ¡Me abandona, me deja!...
La enamorada del Sol tenía celos de la Luna, y la revelaron los siguientes apuntes:
"¡Qué dulce es la soledad cuando el corazón está herido de muerte!. Y más dulce todavía cuando la que sufre no ve el objeto aborrecido que la atormenta. Ya te vi en las primeras horas de la noche caminar magestuosamente por el azulado firmamento gozándole en mi derrora, ¡MALDITA LUNA!. poco tiempo durará tu triunfo... Pronto se convencerá el Rey de los astros de que no he pecado, de que mi inocencia es tan patente como sus purísimos rayos, cuando fecundan el fruto sazonado que alimenta á los mortales... ¡Te desprecio, Luna endemoniada, que no eres digna de mi odio!.
"Quiero dirigirme ahora á mi dueño idolatrado...
"Me retiro al lecho, Sol hermoso. Quiero darte mi último pensamiento... ¡Ingrato! ¿Por qué me dejas llorar?. ¿No te mueven á compasión las lágrimas de esta desgraciada?. ¿Por qué acaricias con tus atractivos á esa compañera, que solamente es vistosa durante la noche?. ¿Te seduce su vestido de plata?. desconfía de toda aquella mujer que busca la lobreguéz de la noche para engalanarse. ¿No la oscureces tú cuando se atreve á visitarte de día?. Amame, Sol querido; encanto de mi existencia... Adios; me voy al lecho... Despiértame con tu acostumbrada sonrisa... Invade mi dormitorio con tus dorados reflejos. Tu luz alumbrará á los mortales y reparte el contento. Tu majestuosa salida saludan las canoras aves y los pintados pajarillos... ¡Ay de mi!. ¡Huye, Luna maldita!. Sol, Sol querido, recibe mi suspiro blanco y archívalo en tu excelente corazón".
De este modo se expresa la enamorada del Sol; ya vén nuestros lectores que si la idea fundamental de sus discursos era errónea y extraviada, sus frases eran correctas y armoniosas la hilazón de sus pensamientos. Los médicos que analizaron su dolencia la calificaron de mania razonadora.
La enamorada del Sol prosiguió dando señales repetidas de sus amoríos con el rey de los astros. Sus alucinaciones fueron cada vez más acentuadas, especialmente cuando imperaba la tempestad. La exacerbación llegó, con el andar de los tiempos, á un extremo tal, que los padres tuvieron que encerrarla en San Baudilio de Llobregat, donde frecuentemente la visitaban.
Dejó de cartearse con el Sol, se limitó á los diálogos y á las imprecaciones con su amante y con su aborrecida rival. No hubo manera que volviese al dominio de la razón. Sus ímpetus llegaron á ser hasta agresivos contra las personas que la rodeaban, y la camisa de fuerza fué el principal objeto de reposo.
Extravióse la vista, desapareció el carmín de sus mejillas; enflaqueció de una manera dolorosa, y, durante el largo período de su enfermedad, vino degenerando aquella naturaleza hasta llegar al idiotismo...y, últimamente, vino la postración, la parálisis... y la muerte en lo más florido y lozano de su edad".
(1) Periodista, historiador y autor dramático. (Cádiz, 1820 - Madrid, 1892)