domingo, 15 de julio de 2018

LA ASISTENCIA PSIQUIÁTRICA DURANTE EL FRANQUISMO , ERA " PERVERTIDA Y DESHUMANIZADA", ESCRIBE EN SU LIBRO EL PSIQUIATRA JUAN SÁNCHEZ VALLEJO.

 El psiquiatra  Juan Sánchez Vallejo ofrece en el libro, sus traumáticas experiencias como médico-alumno durante la época franquista, una visión  macabra y espeluznante del oscuro mundo de los manicomios de aquella época.


Portada del libro de Juan Sánchez Vallejo, que se formó como médico y psiquiatra en la década de los años 60 y 70 del siglo pasado en la Universidad de Sevilla y en el Manicomio de Miraflores, donde comprobó cómo el régimen utilizó también los hospitales psiquiátricos para encerrar de por vida a muchos republicanos que podían causar molestias.


La asistencia psiquiátrica  durante el franquismo, era "pervertida y deshumanizada", y estuvo marcada por una "sordidez extrema",  en palabras de Juan Sánchez Vallejo, médico psiquiatra, que ha escrito el libro "La locura y su memoria histórica" (1), en el que analiza la evolución de la especialidad en España, desde el franquismo hasta la actualidad, al tiempo que recuerda a las personas con enfermedad mental a quienes la dictadura arrinconó en manicomios  como deshechos humanos desprovistos de derechos.

Formado como médico y psiquiatra en la década de los años 60 y 70 del pasado siglo en la Universidad de Sevilla y en el manicomio de Miraflores, comprobó cómo el régimen  utilizó también los hospitales psiquiátricos, para encerrar de por vida a muchos republicanos que podían  causarle molestias.

Recuerda Juan Sánchez la importante influencia académica y profesional de Antonio Vallejo Nájera, director de los servicios psiquiátricos del Ejército, que importó de Alemania las demenciales técnicas nazis para detectar y desactivar el inexistente "gen rojo" sobre mujeres republicanas, promoviendo la separación de los hijos de sus madres, su ingreso en orfelinatos y su posterior adopción por "familias de orden", para evitar de esta manera la propagación generacional de una  "ideología  contaminada"

Sostiene que la psiquiatria evolucionó poco en España por culpa del franquismo, que impidió a través de su estructura de poder universitario, que penetraran las modernas corrientes internacionales que entroncaban la enfermedad mental con el contexto social, frente al biologismo  imperante que se apoyaba en los hospitales psiquiátricos para aparcar a los enfermos, tranquilizarlos y desactivarlos como personas mediante cruentos tratamientos -- lobotomía, electroshock, coma insulínico, abscesos de trementina, etc. -- y de atiborrarlos con potentes fármacos.

Considera que el sistema manicomial era lo más parecido a una condena de por vida, por no hablar de "una muerte en vida", precisando que era peor que la cárcel, de donde se acaba saliendo y no se pierden los derechos. De ahí que no resultara extraño que el régimen se aprovechara de ese oscuro túnel del sistema manicomial, como instrumento complementario de represión política. Otro más, pero con la ventaja  de dejar a los elementos molestos desactivados para siempre hasta su muerte, convirtiendo a opositores marginales en locos irrecuperables.

Durante su dura experiencia como médico alumno en prácticas de psiquiatría, en el manicomio sevillano de Miraflores, que en los años 70 del siglo pasado  vegetaban entre 1200 y 1500 enfermos mentales, pudo comprobar no sólo que muchos asilados carecían de ficha, " como si no existieran", sino que había un nada despreciable porcentaje, nunca inferior al 10 por ciento de fichas, con la casilla del diagnóstico en blanco. 

Mosqueado por este hecho -- escribe textualmente en el lbro -- le pregunté a uno de nuestros profesores adjuntos de cátedra por aquel detalle, aparente menor y que, inicialmente, atribuí ingénuamente a algún descuido en la transcripción de la historia clínica. Pero la respuesta recibida le dejó helado. El profesor le vino a decir que no tenían diagnóstico porque no entraron al manicomio como enfermos, sino como medio delincuentes y medio marginados del otro bando de la Guerra Civil española, y que los habían metido allí por  no saber a dónde llevarlos. No estaban locos, eran sencillamente republicanos, pero los encerraban en el manicomio. Te lo decían ellos, explica Sánchez Vallejo, que recuerda a uno que le comentó: "Mire usted, yo estaba vagabundeando porque no tenía dónde caerme muerto. Un día la Guardia Civil me recogió, se enteró de quien era, de cuál era mi ideología y me trajo aquí. Y aquí llevo veintitantos años". 

La paradoja, lamenta el autor del libro,  es que la dictadura se sirvió de la legislación republicana de encerrar,  de por vida,  a esos opsitores en situación personal marginal  y para desactivarlos como personas. Concretamente, del decreto sobre asistencia a enfermos mentales del año 1931, que permiten internamientos manicomiales gubernativos, un mandato de un alcalde o comisario, o simplemente por indicación médica o familiar, así como la tristemente famosa Ley de Vagos y Maleantes de 1933. Es decir, normas que fomentaron la discrecionalidad y el abuso, arruinando la vida de miles y miles de españoles.

Juan Sánchez Vallejo se vió obligado a emigrar, y tuvo que buscarse trabajo fuera del ámbito territorial de Andalucía, hasta que se estableció, a comienzos de los años 70 del siglo pasado, en el país vasco. ¿El motivo?. Explica que fue represaliado, junto con otros compañeros de profesión, por las autoridades académicas de la Universidad de Sevilla, por haberse atrevido a fotografiar -- con las distintas complicidades de algunas monjas enfermeras -- y a denunciar públicamente, el trato inhumano y vejatorio que sufrían los enfermos mentales asilados en el manicomio de Miraflores. 

(1) Sánchez Vallejo, Juan. "La locura y su memoria histórica". Ediciones Atlantis. Primera edición: Septiembre de 2013. Madrid.

 

martes, 10 de julio de 2018

JÓVENES ARTISTAS DE DISTINTOS PAISES, HAN PINTADO UN MURO DE LA CALLE DE SANT BENITO MENNI, DE SANT BOI DE LLOBREGAT.








El pasado lunes, dia 9 de este mes de julio, se inauguró el mural  de la calle de Sant Benito Menni que, jóvenes artistas de distintos paises europeos y de Sant Boi de Llobregat, han efectuado con  una intervención de arte urbano en el muro exterior del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, de Sant Boi de Llobregat, en el curso del proyecto europeo Erasmus +.

Este  proyecto ha contado con la participación de jóvenes artistas de las entidades  st. YES de Holanda; Artmonges, de Inglaterra; Kungsbacka StakelHall, de Suecia y una decena de  jóvenes artistas de Sant Boi de Llobregat.

La intervención artística realizada se ha centrado en la inclusión social, y más concretamente en la visibilización de la salud mental.  La lucha contra los estereotipos que todavía acompañan la salud mental, han centrado el diseño de esta intervención artística, conocida por Taboos & Stereotypes, al tiempo que este intercambio pretende también  luchar contra los prejuicios existentes contra el arte urbano.

domingo, 8 de julio de 2018

UN TRÁGICO 25 DE ENERO DE 1939.

 Cruzando el puente sobre el río Llobregat, llegando a la estación de Sant Boi de Llobregat.

Billete de la Red Nacional  de Ferrocarriles, utilizado durante a Guerra Civil española, entre las estaciones de Barcelona y Vilaboi.(Sant Boi de Llobregat).


En sesión plenaria del 13 de octubre de 1936, el Ayuntamiento acordó, por unanimidad, el cambio de nombre del municipio, sustituyendo Sant Boi de Llobregat por Vilaboi.

Con la llegada del invierno de 1938, daba comienzo la ofensiva del ejército franquista que, un mes más tarde, el cuerpo del ejército marroquí se encontraba a las puertas de Barcelona. El 23 de enero de 1939, el mando militar responsable de la defensa de la comarca, celebró una reunión en el Ayuntamiento de Sant Boi de Llobregat, con la finalidad de prevenir  algunas medidas de resistencia y articulando actuaciones para  proceder a la evacuación de la población civil del municipio, al tiempo que la marcha por las comarcas vecinas de las columnas dirigidas por el general Yagüe, seguia imparable.

Aquella misma noche, sumida en tinieblas, y mezclados en medio de fuerzas republicanas que se batían en retirada, se concentró la mayor parte de la población civil refugiada en el municipio, y con un importante contingente de  ciudadanos salieron en dirección a la capital para encaminarse -- en palabras de Baldiri Déu i Priu -- "hacia una destinación ignorada y comarcas desconocidas".

"Tenía ganas de ver el llamado tren de los refugiados. La locomotora del último tren era una que tenía dos calderas. No sé por qué ello me impresionó. No es normal ver una máquina del tipo de aquella. En aquel último tren subía gran número de personas, la mayoría mujeres y niños. Se les veía nerviosos, agitados, apesadumbrados, en fin, no parecía que se comportaban como personas normales. El ambiente tampoco lo era, algo flotaba en el mismo, algo impalpable, tal vez la tragedia que nos envolvía todos. Para unos, aquella escensa significaba la liberación. Para otros, en cambio el destierro y la suerte de un futuro nada alentador. Lástima que no recuerde perfectamente las escenas de la partida del último tren de la estación de Vilaboi. Así le llamaban entonces. Poco después, por la noche, volaban los puentes de la carretera y el del ferrocarril. En el momento de la voladura, todas las casas de la Rambla temblaron igual que si una mano monstruosa las hubiera sacudido. La que nosotros habitábamos quedó resquebrajada de arriba abajo. Esto es todo lo que puedo recordar de aquel 24 de enero de 1939" (1)

LAS FUERZAS DEL GENERAL   YAGÜE CAZAN A ENFERMOS MENTALES COMO SI FUERAN CONEJOS. 

"Las fuerzas de Yagüe han atravesado el río Llobregat. Los locos del manicomio de Sant Boi andan sueltos y semidesnudos por los campos. Los legionarios los cazan a tiros como si fueran conejos". (2) 

(1) "El último tren de la estación de Vilaboi". Testimonio de Enric Arandes Balaguer. Arxiu Històric Municipal de Sant Boi de Llobregat.

(2) "El sable del Caudillo: Franco, guerra y muerte". Segunda entrega del libro de José Luís Villalonga: De 1936 a los fusilamientos de 1975. Plaza-Janés Editores,S.A.. Barcelona.