jueves, 27 de diciembre de 2012

" BUSCA Y CAPTURA Y PRESENTACIÓN EN EL MANICOMIO DE SAN BAUDILIO DE LLOBREGAT", PARA TRES PERSONAS FUGADAS DE AQUEL ESTABLECIMIENTO. ( FEBRERO DE 1913)

Edificio del Gobierno Civil de la Provincia de Barcelona, a principios del siglo pasado.

El estigma hacia las personas que padecen  enfermedad mental,  todavía no superado definitivamente  en nuestros días,  pese a los muchos esfuerzos que desde las distintas instancias implicadas en la salud mental se vienen realizando de manera continuada,  tiene su base, entre otras razones,  en las hondas raíces que, desde la lejanía de los tiempos, han  proyectado  una imagen grotescamente  distorsionada y muy alejada de la realidad de las personas con enfermedad mental.

Sin ir demasiado lejos, cien años atrás, cuando alguno de estos enfermos se escapaba del establecimiento psiquiátrico donde estaba recluído, se ordenaba de inmediato su  localización y traslado de nuevo al lugar donde estaba asilado, en unos términos más bien propios de los utilizados en casos de sujetos peligrosos. Y es que, en definitiva, las personas con enfermedad mental eran consideradas un serio peligro para la sociedad a la que pertenecían, y en consecuencia  eran encerradas de por vida, en la mayoría de los casos, en establecimientos psiquiátricos.

Véase la gacetilla -- una de tantas -- que publicó el periódico "La Vanguardia" al respecto:

"La sección de Sanidad de este Gobierno civil interesa la busca y captura y presentación en el manicomio de San Baudilio de Llobregat, de tres dementes fugados de dicho establecimiento, cuyos nombres y señas son los siguientes:
Jaime Olivé Rovira, natural de San Sadurní de Noya, de esta provincia, de 60 años de edad, del comercio, y casado con doña Manuela Casaña.
Tomás Ventura Alsina, hijo de Bartolomé y Teresa, natural y vecino de Tarrasa, de 21 años de edad y de estado soltero.
Buenaventura Bergés Nogué, hijo de Buenaventura y Rosa, natural y vecino de San Pedro de Torelló, de 26 años de edad" (1)

Obviamente que en aquella época no existía, y consecuentemente no se respetaba, el derecho a la intimidad de las personas.

(1) "La Vanguardia"  Jueves, 27 de febrero de 1913. Página 4. 

3 comentarios:

Carlos Bas dijo...

Los totalitarismos e incultura tienen esos deslices lógicos del desconocimiento, gracias a profesionales dedicados al entendimiento de la complejidad de la mente, hoy en día se pueden catalogar y medicar de tal forma, que permiten a estas PERSONAS a poder ejercer el derecho a vivir en comunidad.
Las publicaciones de personas con discapacidades mentales, deberían dedicar el mismo énfasis que en aquellos tiempos, para dar a conocer con el mismo rigor, la demencia de los Político que son un verdadero peligro, no tan solo para los vecinos de la comunidad donde se puedan haber escapado, sino para todo el territorio nacional.
Anunciar en prensa como en antaño, se ha escapado a través de las urnas, Mariano Rajoy hijo de Mariano y Olga, nacido en Santiago de Compostela el 27-3-55 de profesión político con el síndrome post electoral de mentiroso compulsivo agudo, también se busca a quien pretende arruinar el sistema sanitario para privatizarlo en beneficio de unos cuantos y perjuicio de todos, Ana Mato hija de Marid nacida el 24-9-59 y por último hoy, mañana Dios dirá, se busca a quien pretende enarbolar la bandera de la cultura pisando esta con su soberbia, un tal José Ignacio Wert. Todos ellos muy peligrosos para la sociedad.
Estos son los verdaderos enfermos a los que hay que temer, no los que escapaban de los sanatorios.
El desconocimiento permite las injusticias y actuaciones típicas de la inquisición, no hay que quemar brujas, hay que quemar la injusticia.

Joan Vendrell i Campmany dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, Carlos. Suscribo todas y cada una de tus palabras.

Como bien decía aquel ciudadano: "Antes en las calles se pegaban carteles con las fotografías de unos sujetos peligrosos, ofreciendo una recompensa a quien pudiera capturarlos o bien dar razón de su paradero. Hoy en día, en las calles se cuelgan carteles con las fotografías de unos sujetos pidiendo el voto".

¡Cómo cambian los tiempos!

pollentinus dijo...

Cincuenta años después poco o nada, habían cambia las cosas en el Manicomio de Sant Boi, en la década de los años 60 del pasado siglo XX las fugas o evasiones también eran frecuentes, los internos se ayudaban mutuamente, imitando a los castellers para aupar saltando la tapia, a los que querían evadirse. Entre los internos existía el argot “Doctor Tapia”. “si la familia no viene a buscarme voy a visitar al Dr. Tapia”, ello significaba que pensaba salta la tapia.
Cuando se evadía algún enfermo era obligatorio “dentro de la brevedad posible” dar parte al gobernador civil, para ello había un impreso o parte especial que a manera formulario, además de las características del paciente se hacia incapié en la peligrosidad y agresividad del evadido.
Como experiencia personal puedo aportar el caso siguiente: Un domingo uno de los pacientes que gozaba de “pase” para salir después de comer y hasta la hora de cenar a pasear por el pueblo de Sant Boi, no regresó y al cabo de unos días llamó la guardia civil de Amposta diciendo que lo tenían retenido en el cuartel de aquella localidad, éste paciente acosado por el hambre había ido a comer a un restaurante de aquella localidad y a la hora de pagar enseñó el “pase” del Sanatorio diciendo que no tenía dinero, los del restaurante llamaron a la guardia civil y lo recluyeron en el calabozo y llamaron al Sanatorio. Dado que yo era uno de los pocos hermanos que tenían el permiso de conducir fui requerido por el Padre Prior para ir a buscar al enfermo, lo que hice con una furgoneta Volkswagen que tenía el sanatorio. Al llegar al cuartel la guardia civil se sorprendió que fuera sólo y se brindó para acompañarme hasta Sant Boi, les dije que no hacía falta porque yo conocía al enfermo y se trataba de una persona muy tranquila, lo cual pudieron comprobar porque nada más abrir la puerta del cuchitril donde estaba encerrado, ante la sorpresa de los presentes, se me abrazó diciendo: “Menos mal que ha venido Vd. hermano porque aquí me tenían encerrado como yo fuera un criminal”.

Gabriel Alenyà
Alcúdia, Illa de Mallorca