El 24 de septiembre de 1895 llegaba el Padre Benito Menni al municipio de San Baudilio de Llobregat con una comunidad de 34 Hermanos Hospitalarios de la Orden de San Juan de Dios y con un número similar de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, para hacerse cargo del Instituto Manicómico de San Baudilio de Llobregat. De ello se cumple en el día de hoy el 116º aniversario.
En los últimos tiempos de su fundador, Dr. Antonio Pujadas y Mayans, el Manicomio estaba atravesando serias dificultades económicas hasta el punto de que, pocos días antes de su fallecimiento -- ocurrido el 28 de abril de 1881 -- el Dr. Pujadas cedió la gestión de la institución a una Junta de Acreedores, y consecuentemente con el paso de los años, siendo propietarios Benito Adroer y Pedro Serra iniciaron contactos con el Padre Benito Menni para la compra del Manicomio. La decisión se fue posponiendo porque se trataba de un centro de gran envergadura y por la situación en que se encontraba la todavía reciente restauración de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en España (Barcelona, 1867).
Posteriormente, después de árduas negociaciones, se cerró la adquisición del Manicomio mediante escritura otorgada el 20 de agosto de 1895 por el notario Francisco de Sales Maspons y Labros, de Barcelona, y como hemos referido anteriormente, el 24 de septiembre del mismo año, catorce años después de la muerte del Dr. Antonio Pujadas, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, con el Padre Benito Manni al frente, llegaban al municipio para hacerse cargo del mayor manicomio de España en aquellos momentos.
La licencia para el establecimiento canónico de la comunidad, está fechada el 28 de septiembre de 1895, y otorgada por el obispo de la Diócesis, monseñor Jaime Catalá y Albosa.
Poco se sabe de los trabajos y acontecimientos de los primeros días del Padre Menni y del grupo de Hermanos y Hermanas, puesto que, aunque había una cierta separación de sexos entre la población asilada, tenían que compartir muchos servicios en común, como la administración, la iglesia, la farmacia, la cocina, los lavaderos, etc., y con la presencia de ambas comunidades, las mujeres se quedaron en la parte antigua, asistidas por las Hermanas, mientras que los hombres, asistidos por los Hermanos, se trasladaron a la parte nueva construcción, conformada por los cuatro pabellones edificados en tiempos del Dr. Arturo Galcerán (1885 - 1895).
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