martes, 23 de septiembre de 2008

CINTURÓN DE SEGURIDAD Y PERSONAS DISCAPACITADAS



Ayer tuve ocasión de hablar, por teléfono, con Alberto, padre, como yo, de un hijo con autismo de Kanner. En nuestras conversaciones -- tres o cuatro veces al año -- siempre acostumbramos a hablar de lo mismo; de cómo van las cosas, cómo está la familia y, por supuesto hechos estos prolegómenos, nos explicamos mútuamente las evoluciones de nuestros respectivos hijos con autismo.
Me comentaba Alberto que últimamente no sale con la frecuencia de antes con su hijo autista a dar paseos con el coche porque éste se niega a aceptar el cinturón de seguridad, y si intenta obligarlo, coge rabietas y se golpea la cabeza con el cristal de la ventana del vehículo. Me dijo que no le importaría pagar la sanción si lo sorprendieran los agentes de Tráfico -- la discapacidad de nuestro hijo nos conlleva tanto gasto, que ya no vendría de la multa -- añadió resignado. Lo más preocupante -- admitió -- son los puntos que te quitan . Y és que Alberto, por motivos de trabajo, ha de utilizar diariamente el coche.
La llamada resultó, en esta ocasión, doblemente provechosa, ya que, además de saludarnos y saber como les van las cosas, tuve ocasión de darle una buena noticia, al informarle que, precisamente el artículo 119.1 del Reglamento General de Circulación, aprobado por Real Decreto 1408/2003, de 21 de noviembre (B.O.E. núm. 306, de 23 de diciembre) prevé la excepción de la utilización de cinturón de seguridad para aquellas personas que por razones médicas graves o por sufrir alguna discapacidad, se provean de un certificado médico que les exima de su uso.
Este certificado médico, que deberá ser presentado a los agentes de la autoridad responsables del tráfico cuando así lo requieran, puede tener su justificación en alguna discapacidad física y en otras minusvalías que generen-- como en el caso que nos ocupa -- graves problemas de la conducta y trastornos de la personalidad, y que naturalmente, no acepten ser sujetados, al tomar asiento en el vehículo, con el cinturón de seguridad.
Al terminar la conversació, Alberto estaba radiante de satisfacción. Y no era para menos. A su hijo autista le encanta que le saquen a pasear en coche y le pongan música durante el trayecto. Ahora su padre podrá hacerlo con la frecuencia de antes y sin temor a ser multado ni a perder puntos. Y el muchacho más contento que unas pascuas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es muy interesante de saber. Yo mismo lo ignoraba. Gracias por explicarlo.