jueves, 5 de agosto de 2021

EN LA ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS, ADEMÁS DE LOS VOTOS DE OBEDIENCIA, CASTIDAD Y POBREZA, SE AÑADE EL VOTO DE HOSPITALIDAD.

 

La HOSPITALIDAD, el valor central de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.



Gabriel Alenyar i Serra ha tenido la gentileza de hacerme llegar unos apuntes que guarda de su etapa de Hermano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, conocedor de mi interés por  todo aquello relacionado con estos temas, y precisamente siendo también mi interés divulgar al máximo estos contenidos, para quienes pudiera interesar, paso a relacionarlo seguidamente, después de obtener su debida autorización.

"  ¿ QUÉ ES EL VOTO DE HOSPITALIDAD, TAL Y CÓMO SE ENTIENDE EN LA ORDEN HOSPITALARIA DE SAN JUAN DE DIOS?
 
Es  una promesa deliberada y libre, hecha a Dios, por la cual el Religioso se obliga, por virtud de Religión a asistir corporalmente  a los enfermos del propio sexo en las casas de la Orden, o en otras confiadas a la misma , bajo la dirección  de los Superiores de la propia Orden.
(Gabriel Russoto, O.H., en su "Opúsculo sobre la Hospitalidad)  

¿Cuáles son las características que deben de adornar  a todo buen Hermano Hospitalario al frente de un departamento de enfermos?

Son estas cinco cualidades que resumen y sintetizan todo  un conjunto de bellas prendas:

* Capacidad técnica.
* Celo prudente.
* Laboriosidad incansable.
* Orden prestablecido.
* Limpieza exquisita.

El Alma Master  de esta bella síntesis debe ser un sólido y bien dirigido espíritu de verdadera Piedad y Caridad fraterna.

El Religioso hospitalario tiene la misión de pasar por este valle de lágrimas haciendo bien  a todos  y en todas partes, a imitación de su santo Fundador, nuevo Abraham  en la ley de Gracia, que tan bien supo imitar el divino Modelo, que se cargó con las miserias de todos los hombres y dio la vida por su salud en una cruz.

La misión del Religioso hospitalario consiste en ser el consuelo, el alivio, el padre, la madre, el hermano, el amigo, el tutor, el protector, el abogado, el siervo, el criado y el paño de lágrimas de todos los que sufren penas y dolores, padecen enfermedades y se hallen necesitados en este mundo, de cualquier nación,  que sean, y quienesquiera que  sean: españoles, franceses, italianos, etc.;  moros, protestantes, judíos herejes, impíos, buenos y malos, parientes, amigos y enemigos, conocidos y desconocidos, bienhechores y perseguidores, sabios e ignorantes, ricos y (especialmente pobres); sea cual fuere la enfermedad que padezcan, epidémica o no epidémica; en donde fuera que sea; a los heridos en las guerras, en nuestros hospitales, sanatorios y asilos, en las cárceles y en los presidios, en las ciudades y aldeas, en el campo, en las chozas"

1 comentario:

Anónimo dijo...

A manera de Colofón

Primera Carta a los Corintios
Capítulo 13
La preeminencia del amor
1 Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. 2 Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. 3 Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
4 El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, 5 no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, 6 no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
8 El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; 9 porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. 10 Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. 11 Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, 12 pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. 13 En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

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Gabriel Alenyar Serra, desde Alcúdia Mallorca