En el año 1895, cuando llegó el Padre Benito Menni, Sant Boi de Llobregat era un municipio eminentemente rural y agrícola, con una población con algo más de 5.000 habitantes.
( Foto: Archivo Zerkowitz)
El próximo viernes, día 24 de septiembre de 2021, se cumplirá el 126 aniversario de la llegada del Padre Benito Menni con las primeras comunidades de Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios y de la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, para hacerse cargo del Instituto Manicómico de San Baudilio de Llobregat.
CONSIDERACIONES GENERALES
Atendido que en el transcurso de estos últimos años, al recordar, en este mismo blog, los motivos de este aniversario, ya he referido ampliamente todos los detalles relacionados con este importante acontecimiento histórico, y consecuentemente he considerado que, para no resultar excesivamente repetitivo, en esta ocasión no voy a continuar en el mismo contendio que tantas veces he efectuado, puesto que, quienes deseen conocer aquellas informaciones, pueden hacerlo accediendo a este mismo blog.
En su lugar, en esta ocasión, me voy a limitar a reproducir un intresantísimo texto, mayoritariamente desconocido, que hace unos años descubrí en una antigua publicación, con un contenido referido a la lamentable situación en que el Padre Benito Menni encontró a las personas asiladas al hacerse cargo del manicomio de Sant Boi. Vean:
"Una de las fundaciones más laboriosas y arduas fue la de los Manicomios de San Baudilio:
"La población vesánica era imponente; se acercaba a dos mil el número de enfermos de ambos sexos. Una insuficiente división de sexos daba lugar a las inmoralidades anejas a la falta de freno de la razón y sobrada holgura de los apetitos sensitivos en los infelices enfermos de la mente. La impericia de los enfermeros laicos y las prevenciones contra el pobre loco, a quien se miraba como antaño , como a animal traidor, convertían las estancias de agitados en espantosa visión. Las desdichadas dementes vagaban descalzas. Un saco de arpillera hasta la rodilla y un babero sucio y repugnante de cuero , abrochado a la espalda y colgante sobre el pecho, era su extraña vestimenta. Las más andaban maniatadas y a todas se les hacía sentar a una larga mesa, sobre la cual enfilaban a lo largo agujeros, donde encajaban unas cazoletas metálicas, en las que se depositaba a su tiempo la comida , y allí se alimentaban al uso de los brutos, sin que nadie se tomase el cuidado de dársela, las infelices maniatadas, quienes ni para estos menesteres lograban la soltura de una mano.
Tan acostumbradas se hallaban a este modo de tomar los alimentos que, según alguna Hermana Hospitalaria refiere, cuando éstas quedaron encargadas e intentaban darles la comida a la boca mediante una cuchara, se les resistían. Venían a ser como el sombreado y matices de tan feo cuadro, complicadas marañas en la administración, intereses creados, malas costumbres, sucios desenfrenos de erotismo, amén de otras mil dificultades que había que vencer." (1)
(1) Posiciones y artículos, para el proceso, sobre la fama de santidad, virtudes y milagros del Siervo de Dios RVDMO. P. BENITO MENNI Y FIGINI, Presbítero de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Prior General y Restaurador de dicha Orden en España, Portugal y América, y Fundador de la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. Págs. 100 y 101. Madrid. Imprenta y Litografía, Juan Bravo, núm. 3. 1945.
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