En el transcurso de las primeras décadas del pasado siglo XX, el Manicomio de San Baudilio de Llobregat fue objeto de continuados ataques de desprestigio por parte de la prensa anticlerical, y de manera muy especial por "El Diluvio", de marcada tendencia republicana y anticlerical. Precisamente de "El Diluvio", en este mismo blog histórico, he ido últimamente dando a conocer diversas informaciones en estos últimos tiempos, en la medida que he tenido ocasión de localizarlas en mis consultas en hemerotecas. Y en esta ocasión aporto otra que acabo de conocer, en la misma línea de las anteriores. Me limito a reproducirlo literalmente:
"El manicomio de San Baudilio de Llobregat.
Debe prestar servicio en este establecimiento un farmacéutico, pero no lo presta porque los hermanos de San Juan de Dios, tacaños en todo, le dan un sueldo irrisorio: ¡ocho durejos al mes!.
Así es que el farmacéutico de referencia vive en Barcelona y sólo va á San Baudilio cuando se les antoja. La verdad es que no está obligado á más quien cobra un estipendio tan exiguo.
¡ Y calculen ustedes lo que puede ocurrir -- sin facultativo que la dirija -- en una farmacia que, como la del manicomio de San Baudilio, se despachan por lo general á diario un centenar de recetas!.
De tan delicada operación se encarga cualquier hermano. Lo de menos es que tenga ó se le supongan conocimientos en la materia. A quienquiera se le cree allí con suficiente pericia para la preparación de los medicamentos. Y debido á ello ha sucedido muchas veces que algunos médicos no se han atrevido á recetar por hallarse seguros que no se interpretarían regularmente sus fórmulas.
Y como que la avaricia de los hermanos es tan exagerada, no hay quienes suponen que cuando son caros los ingredientes que entran en la preparación de un medicamento se prescinde de ellos, supliéndose por otro cualquiera que resulten menos costosos.
Todo lo convierten los hermanos en origen de ingresos. Cada vez que fallece un asilado procuran los frailes dar aviso á sus familiares , con el sano propósito de que satisfagan los gastos del entierro.
Adviértase que la Diputación provincial paga por igual concepto la cantidad de treinta pesetas por cada albergado pobre que muere en el manicomio de San Baudilio de Llobregat. De modo que los hermanos cobran los entierros por partida doble: y como aquellos se hacen con suma sencillez, les proporcionan al año ganancias cuantiosas.
En vida explotan despiadadamente á los dementes menesterosos. Hasta la muerte de esos infelices es para los aprovechados hermanos riquísimo filón. Y se presentan como dechado de virtud y modelo de religiosidad. ¿Puede darse una farsa más abominable?".
Procedencia:
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