Acabo de leer el libro "Els internats de la por", que me ha obsequiado un asiduo lector de este blog històrico.
En síntesis, el libro recoge una investigación que pone al descubierto unos espeluznantes y horribles hechos que han permanecido, ocultos y silenciados durante muchísimos años, poniendo de manifiesto los atroces e inconfesables abusos físicos, psíquicos, sexuales, y la desmesurada explotación laboral o las dudosas prácticas médicas que sufrieron, hasta bien entrada la democracia, miles y miles de criaturas españolas de ambos sexos, recluidos e internados en colegios religiosos y orfanatos. Transcribiré uno de los casos.
EL TESTIMONIO DE JULIA FERRER.
Julia Ferrer, en la fotografia que encabeza estas líneas, acompañada de Montse Armengou, autora del libro junto con Ricard Velis, es uno de los muchísimos testimonios que recoge el libro, que camina con muchas dificultades y explica que " estuvo internada desde los dos años de edad y hasta los veinticuatro, primero en la Casa de la Caridad de Barcelona, y luego en el Manicomio de Sant Boi, porque aquellos que se fugaban o se distinguían por sus rebeldías, eran internados en psiquiátricos. Julia se opuso a recibir más castigos. "Yo me preguntaba, ¿por qué me llevan a Sant Boi, si no estoy loca?. Y me decían que cuando pudieran me sacarían, cuando hubiera una plaza vacante en el Buen Pastor. Nueve años que me tiré allí... ¡ Nueve años !. Me pusieron muchas corrientes, electrochoques, sólo como castigo. Porque a veces contestaba a las monjas, y ... "Mañana, ¡ a las corrientes !". Me dejaban las sienes quemadas por esas cosas redondas -- los electrodos -- del electrochoque".
Como hemos citado, los malos tratos no eran, por suerte, una práctica generalizada, aunque sí demasiado frecuentes. Tampoco tenían lugar exclusivamente en centros religiosos, ya que muchas víctimas sufrieron abusos en centros dependientes de Estado.
La historia clínica de Julia era propia de una pequeña que se pasó media vida en las instituciones de beneficencia. En el documento médico se dice que lloraba a menudo y que tenía cambios de humor, y que se demostraba rebelde coincidiendo con los días de su menstruación.
Tampoco quería trabajar. Los médicos certificaron que no tenía ningún problema psíquico, pese a ello se la ingresó en un hospital mental. Hasta que... "Un dia intenté escaparme, aunque me cogieron. Me llevaron a un cuarto que se llamaba San Rafael, que era de castigo. Quince días sin poder moverme, sin lavarme ni nada, con una camisa de fuerza".
La amistad con otras niñas internadas fue la tabla de salvación para Julia. Esta mujer fuerte y rebelde, según confiesa. "Lloré mucho allí, mucho. Ya no me quedan lágrimas". concluye.
PROCEDENCIA
"Els internats de la por". Montse Armengou y Ricard Belis. Ara llibres, sccl. enero 1916. Barcelona.
"Els internats de la por". Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals. TV3. http://www.ccma.cat. Video 28 abril 2015
Portada del libro.
2 comentarios:
El miedo es el arma que usan los que no tienen conciencia, para manipular la voluntad de los que defienden la libertad y la justicia.
El miedo da poder y el poder da la deshumanización de las personas, sea detrás de un símbolo religioso o político.
Las atrocidades que se han podido ver en unas simples líneas, sin haber visto el resto del contenido del libro, obliga a recriminar y denunciar esa maldita forma de humillar y usar a otro ser humano.
Lo estamos viendo en el caso de la franja de Gaza, el poder económico judío aplastando y robando las tierras de gente humilde sin recursos, o castigando a inocentes por actos terroristas que han intentado castigar a quien les quitó sus tierras y dignidad. Todo acto que destruya a otro ser humano en toda su extensión, debe ser condenado.
Falta humanidad y gente valiente que la denuncie.
Cierto lo que dices Carlos. Desde hace muchísimos años vivimos en una sociedad en decadencia, donde ya no tienen cabida los valores humanos y todo huele de podrido. Estamos abocados a un precipicio descendiendo cada día a mayor velocidad, camino a la destrucción total, y esto ya no hay quien lo pare ni lo pueda parar. Hemos llegado ya demasiado lejos. Es lo que hay.
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